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El Puente: un referente en la salud mental del medio rural

El Puente: un referente en la salud mental del medio rural

25 años no son nada, o casi nada, pero para la Asociación Salud Mental Valladolid «El Puente» es toda una vida.

Fue en el año 1991 cuando esta entidad comienza a dar sus primeros pasos en un camino que buscaba dar soluciones a las personas con problemas de salud mental pero también a las familias, y hoy esta familia atiende a cerca de 1.200 usuarios en sus múltiples servicios.

“Como sucede en todos los casos, la asociación empezó sin nada, sólo con la idea de hacer algo y sin apoyos ni recursos”, explica Mercedes López, actual directora de la entidad pero quien inició su relación en el año 1993 como voluntaria. Con reuniones en el propio centro psiquiátrico Doctor Villacián, pasando por el Campillo hasta un piso alquilado en la calle López Gómez, y sin apenas personal, es en ese año cuanto comienzan a funcionar las primeras escuelas de familias, “en unos locales cedidos por la Parroquia de San Andrés atendiendo a unos 40 familiares”, y que se han mantenido años tras años desde entonces.

Mercedes

Sin embargo, una de las señas de identidad de esta asociación es precisamente la atención que centraron en el ámbito rural. Fue a partir de una convención familiar de personas con discapacidad, en la localidad de Matallana, donde la voz de la salud mental dejó patente que existía un abandono total por parte de las instituciones hacia este colectivo. De ahí surge la primera intervención en un pueblo de la provincia, concretamente en Tudela de Duero, donde arranca con una escuela de familias. “Conseguimos la colaboración de la Diputación Provincial para hacerse cargo del transporte entre pueblos, algo que seguimos manteniendo actualmente”, explica Mercedes.

Posteriormente, en el año 2002 se consigue una pequeña partida presupuestaria para poder mantener un puesto de trabajo a un monitor, y al ver los buenos resultados se da el paso a la intervención en Medina del Campo, “a pesar de las muchas resistencias por parte de algunos profesionales del ámbito social que consideraban que estas personas eran responsabilidad exclusiva de las instituciones sanitarias”.

La firma de convenios y la obtención de pequeñas partidas de financiación empieza a abrir otras puertas que posibilitan iniciar otros servicios y proyectos, como por ejemplo el Servicio de Apoyo en el Domicilio (SAD).  A ello se une el interés de la Diputación por avanzar en esta atención, “y como yo seguía trabajando allí me encargan hacer un estudio del medio rural y la situación de la salud mental allí”.

“Con ello descubrimos el pastel que se vivía en estos pueblos, encontrando a gente que llevaba 20 años sin haber regresado a un visita psiquiátrica, sin revisiones de medicación, …”, relata Mercedes. Nos dimos cuenta de que en los servicios psiquiátricos no conocían a la mayoría de estos pacientes que vivían en los pueblos.

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Así se consolida la sede de la Asociación en Medina de Campo, y de aquí nace la Red de Atención a la Discapacidad de la Diputación donde pasamos a formar parte a través de los talleres prelaborales, que es la fórmula que actualmente tenemos como colaboración con esta institución. A día de hoy la Asociación Salud Mental Valladolid «El Puente» cuenta con tres de estos talleres en las localidades de Tudela de Duero, Medina de Rioseco y Rueda, zonas de intervención donde también se han ampliado los servicios desarrollados directamente y de forma independiente por la asociación.

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La evolución desde esas escuelas de familia hasta la fecha actual ha pasado por el crecimiento de las personas solicitantes de prestaciones así como de los recursos que las administraciones e instituciones públicas han ido destinando a un colectivo que mostraba claras deficiencias en este sentido. Entre ellos destaca el convenio con el Ayuntamiento de Valladolid con la población indomiciliada, “que también mantenemos actualmente”.

A pesar de los grandes cambios que se han vivido, “cuando nadie creía en las capacidades que tenían esta personas pero que fuimos demostrando paso a paso», explica Mercedes, la visión desde el ángulo de los familiares sigue siendo la de la inconformidad con lo conseguido y lo que queda por conseguir.

“Como familiar que soy, y no como presidente de la entidad, debo decir que a pesar de la evolución, que partíamos de cero, la realidad actual es que queda todo por hacer”, se queja Jesús Corrales. “Mientras tengamos que asumir que estas enfermedades no tienen cura clínica, al contrario que sucede con otras patologías, sentiremos que no hemos evolucionada nada o casi nada”, se lamenta.

Para este padre se trata de un asunto en el que debería haber una mayor implicación por parte de los altos estamentos, “y me refiero a la Organización Mundial de la Salud, quien debería insistir con mayor contundencia en fomentar una investigación cuyo objetivo sea curar y no medicar”. Para Corrales la base de todo ello es poder conocer cuál es el origen real de estas patologías “porque es la única vía para poder poner en marcha una solución real”.

En cuanto al propio movimiento asociativo, el presidente espera que el futuro de las asociaciones sea su desaparición, “porque eso significará que nuestros familiares se han curado, recuperado y forman parte de una sociedad normalizada, sin necesidad de recurrir a nuestros centros o a ninguno de nuestros programas por muy necesarios que hoy en día sean”.

Hasta que llegue ese momento, personas como Ignacio Villafruela o Nacho Esteban Mateos representan una nueva etapa en estas entidades. Ellos son la parte activa de las personas con problemas de salud mental. Participan en la toma de decisión del movimiento asociativo, en el caso de Villafruela a través de su participación en el Comité de Personas con Enfermedad Mental; y como miembro de la Junta Directiva en el caso de Nacho.

Villafruela

Ambos tienen una patología mental que les hace ser conscientes de su situación y de las dificultades que, a veces, se encuentran en el camino. “Cuando estoy aquí en ‘El Puente’, aunque hay cosas que no comparto ni me gustan, es verdad que puede llegar a sentirme muy bien”, explica Villafruela, “pero cuando sales por esas puertas y te enfrentas a la vida a veces se convierte en algo muy complicado a lo que enfrentarse”. Él reconoce el efecto que su problema de salud mental tiene en estos pensamientos, pero no por ello deja de esforzarse por ser parte activa y por tomar la voz de su persona en aquellas decisiones que le pueden concernir. “Sigo formando parte del Comité porque creo que es algo importante pero debo reconocer que al resto de la gente le cuesta implicarse, y creen que ellos no están capacitados para formar parte de esto cuando no es cierto”.

Así mismo lo piensa Nacho, quien quiere recalcar que “cualquier persona de la asociación, haya venido antes o no, puede participar cuando lo desee y además, ahora que se va a realizar la elección del representante del Comité, animo a que todos los que quieran presenten su candidatura, porque cualquier persona puede formar parte de este proyecto”.

Nacho exhuma energía y ganas de hacer cosas, “y estoy infinitamente agradecido a las personas de Junta Directiva que decidieron llamarme para proponerme formar parte de este órgano”, y añade que “voy a devolverles la confianza con creces”.

Nacho

Ambos quieren seguir formando parte de la vida, de la sociedad, y así lo demuestran con su participación en la radio de la asociación, Onda Puente,  y en el proyecto periodístico Palabras Menores. “Queremos contar a la sociedad quiénes somos, qué pensamos y cómo vivimos y es importante que lo hagamos lejos de los medios tradicionales”, explica Villafruela.

En cualquier caso estas dos personas representan el futuro de la salud mental donde ya sólo tiene cabida pensar en que ellos mismos actúen, decidan, opinen y se pongan manos a la obra para contarle al mundo quiénes son y de qué son capaces.

Comentario
  • Ignacio Villafruela R.

    quería aclarar un poco el mensaje que figura en el artículo, ese que empieza «cuando estoy en el Puente… hay cosas que no comparto…»:

    me refería a que hay una gran distancia (de escisión esquizofrénica, léase «pensamiento no compacto, incoherente, deshilachado») entre el ambiente del Puente y el de mi casa familiar, teniendo cada uno de los dos un efecto propio en el funcionamiento emocional y en la forma de pensar,- es la influencia del medio en el psiquismo de la persona

    mientras en mi casa veo el Puente con melancolía, como un fenómeno triste y antipático, en cambio cuando acudo a reunirme con los compañeros del grupo de usuarios (el comité) y me dejo llevar por el influjo pragmático de alguna persona directiva o del personal contratado, mi visión cambia totalmente, poniéndome manos a la causa de defender a nuestro colectivo

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