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La red de viviendas del movimiento asociativo salud mental suma siete nuevos recursos en plena pandemia, elevando hasta 367 las plazas totales

Viviendas supervisadas

La red de viviendas del movimiento asociativo salud mental suma siete nuevos recursos en plena pandemia, elevando hasta 367 las plazas totales

La red de viviendas del movimiento asociativo salud mental Castilla y León ha demostrado a lo largo de toda la pandemia de la Covid-19 una excelente capacidad de respuesta y adaptación, además de seguir creciendo y dando respuesta a las necesidades entre el colectivo.

En breve se cumplirá un año desde que el estado de alarma aisló a toda la población española, sin excepciones, en sus hogares. El movimiento asociativo de salud mental ha tenido que afrontar uno de los mayores cambios sociales a lo que hacer frente, con la peculiaridad de ser servicios y recursos esenciales pero con la incertidumbre y la inicial falta de información que se vivió.

A día de hoy, todos los recursos de nuestras asociaciones no sólo han superado la prueba con nota alta sino que, como en el caso de la red de viviendas supervisadas  y de vida independiente, ha incrementado su actividad. A lo largo de este periodo marcado por la pandemia nuestra estructura residencial se ha visto incrementado en un total de 7 viviendas nuevas.

A cierre del año 2020, el movimiento asociativo de salud mental dispone de 93 viviendas con una capacidad de 367 plazas, de las cuales 350 están actualmente ocupadas. Un recurso indispensable para promocionar la autonomía personal y la vida independiente que promovemos desde nuestro movimiento asociativo y que cuenta con el respaldo de un equipo profesional integrado por 114 personas.

Cabe destacar las nuevas previsiones de crecimiento que incrementará, en 2021, en 21 los recursos residenciales, de los cuales tres serán viviendas supervisadas y 18 de vida independiente, lo que suman 56 nuevas plazas.

Adaptación a la COVID

La llegada del estado de alarma y la pandemia de la COVID-19 ha sido una de las situaciones a la que esta red de viviendas, sus residentes y los profesionales que en ellas intervienen han tenido que hacer frente y podemos decir que ha demostrado la fortaleza del movimiento asociativo.

«Decir que nos pilló por sorpresa, pero la primera decisión fue adaptar los recursos humanos y equipos en función de la normativa que se creó para la situación de estado de alarma«, explica Rosa Calderón, psicóloga y coordinadora de la Red de Viviendas de la asociación El Puente Salud Mental Valladolid. Relata esta profesional que ha sido una constante la formación en las normativas para poder cumplir con ellas tanto desde la parte profesional como de los residentes en sus ‘limitaciones’ como ciudadanos.

Por su parte, Miguel Herráez, coordinador técnico de Viviendas Supervisadas y de Servicios de Autonomía Personal de FAEMA Salud Mental Ávila, destaca «la gran capacidad de respuesta y disponibilidad absoluta de todo el equipo de profesionales, quienes en todo momento han estado dando el máximo en una situación que nadie va a olvidar en la vida».

Tanto Calderón como Herráez ponen de relieve la respuesta de las personas residentes en la red de viviendas, a quienes se les ha proporcionado toda la información relativa a la situación y a las ‘cambiantes’ normativas, además de facilitar el máximo acceso a recursos y actividades de las entidades. «Hay que destacar que el porcentaje de casos positivos en COVID ha sido considerablemente inferior a la media de la población, y eso es algo que nos hace sentir felices porque demuestra la responsabilidad con la que han respondido todas las personas ante esta pandemia», destaca Rosa.

No obstante, desde El Puente Salud Mental Valladolid decidieron acondicionar uno de los inmuebles, que denominaron ‘vivienda Covid‘, «para aquellos casos en los que resultaban positivo en coronavirus o en sospecha, como fórmula para garantizar la seguridad de todas las personas y adaptar la residencia de estas personas afectadas a las recomendaciones sanitarias«, explica Rosa Calderón.

«Esta situación también nos ha permitido detectar la gran brecha digital que existe entre el colectivo», comenta esta técnico, por lo que desde su entidad pusieron en marcha el proyecto ‘Anden 3.0‘, a través del cuál «hemos digitalizado todas las viviendas dotándolas de tablets que han facilitado el acceso a la información y conexión de los residentes, así como su acceso a la programación del resto de recursos de la asociación en formato online«. Una dotación que también se ha proporcionado en Ávila y en otras entidades del movimiento asociativo.

De forma general, la red de viviendas del movimiento asociativo ha sabido reinventarse ante esta situación destacando una gran capacidad organizativa de los profesionales, mejorando los accesos a las nuevas tecnologías y ofreciendo atención tanto directa, como telefónica o vía online adaptada a cada persona y a cada necesidad.

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