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El 95% de las participantes en el Proyecto JULIA ha reforzado su red de apoyos y recursos

El 95% de las participantes en el Proyecto JULIA ha reforzado su red de apoyos y recursos

El pasado año tuvimos la suerte de poder desarrollar una de las iniciativas que más nos ha gustado: Proyecto JULIA: «redes que sanan en espacios rurales«. Un proyecto que ha contando con la financiación de Fundación ONCE y de la Dirección General de la Mujer de la Junta de Castilla y León , incluida en su línea programática de la promoción de la igualdad de oportunidades y de prevención de la violencia de género: proyectos dirigidos a mujeres del medio rural.

Los objetivos que pretendíamos alcanzar al poner en marcha JULIA eran, por un lado «crear oportunidades para el desarrollo personal y social de las mujeres rurales con problemas de salud mental; así como capacitarlas para el análisis crítico de las desigualdades relacionadas con el género, la discapacidad y la salud mental», explica Karina Rocha, trabajadora social y técnica de la Federación encargada de desarrollar el proyecto, a lo que añade «fortalecer los recursos de protección y prevención de la exclusión social y la violencia de género favoreciendo la creación de redes de apoyo«.

En este proyecto han participado 36 mujeres con problemas de salud mental del ámbito rural, mayores de 18 años, desarrollando un conjunto de talleres grupales en cinco pueblos de cuatro provincias de Castilla y León (El Barco de Ávila, Villarcayo, Roa de Duero, Villablino, Guardo).

«Entendimos que los talleres deberían configurarse como espacios seguros y libres donde promover la autonomía y empoderamiento y fortalecer una identidad positiva de las mujeres rurales con problemas de salud mental y/o con discapacidad por causa de enfermedad mental, con el fin de prevenir situaciones de violencia de género«, comenta Rocha. Cada una de las sesiones que se han desarrollado bajo el paraguas de JULIA han estado orientadas hacia la máxima participación y empoderamiento de las propias mujeres participantes, donde ellas mismas fueron las protagonistas de todo el proceso marcando el ritmo en que se desarrollaron los contenidos en función de sus intereses, necesidades y características tanto individuales como grupales.

«Una de las área que más relevancia ha alcanzado entre estas redes de mujeres rurales ha sido la relacionada con potenciar sus capacidades y recursos fomentando procesos de reflexión y acción conjunta favoreciendo su empoderamiento, su necesidad de poder elegir en libertad su propia vida y diseñar un proyecto de vida personal», comenta la técnica, Karina.

Tras la conclusión del Proyecto JULIA, y con el análisis de las conclusiones y evaluaciones de las propias participantes, desde nuestras entidad nos sentimos muy orgullosos al comprobar que en el 95% de las participantes se han aumentado sus redes de apoyo, su conocimiento en apoyos y recursos en sus zonas, «además de haberse creado y aumentado las redes de amistad y de apoyo entre ellas, reduciendo así mismo el aislamiento y soledad común para las mujeres con problemas de salud mental en los espacios rurales», comenta Patricia Quintanilla, coordinadora del Área de Mujer de la entidad.

Según reflejan estas evaluaciones de las participantes, elementos claves para el éxito del proyecto lo conforman tanto el enfoque como metodología del modelo formativo, así como por las habilidades de la facilitadora, Karina Rocha, y el papel de las profesionales de la red asociativa de las delegaciones rurales de la Federación. Estas últimas destacan por su papel clave a la hora de difundir y captar a las mujeres participantes previo al inicio del mismo, limando las barreras derivadas del estigma y autoestigma relacionado con la asunción pública personal de problemas de salud mental y, por otra parte, de las graves dificultades de transporte en el rural .

«Con el Proyecto JULIA conseguimos ofrecer espacios de reflexión personal y grupal, seguros y libres donde mi máximo esfuerzo estaba orientado a generar confianza grupal y una estricta confidencialidad para compartir las preocupaciones, vivencias e intereses que nos preocupan a las mujeres rurales con problemas de salud mental», concluye Rocha. En este abordaje de situaciones personales y sociales «es imperativo que el pacto de confianza se convierta en una red de apoyo y seguridad para todas las participantes. Hablamos y reflexionamos de las cuestiones que nos ocupan y preocupan a las mujeres, el empleo y pobreza, nuestras maternidades, nuestras capacidades y déficits, el papel de cuidadoras,  el maltrato y la violencia, ausencia de recursos necesarios para vivir en los pueblos, nuestros proyectos y limitaciones, etc. y el impacto que tienen los problemas de salud mental en todo ello, el estigma y el autoestigma», añade la técnica.

Todas las mujeres participantes ofrecieron una parte muy importante de sí mismas: su tiempo, su saber, reflexiones, experiencias para trabajar en común que favoreció un ambiente de lo más productivo. «Resultado de ello es, por ejemplo, la continuidad de muchas de ellas, algunas de forma grupal, en actividades colaborativas y solidaridad entre ellas mismas y en mejoras para su propio pueblo. Con la acción del Proyecto Julia pretendo que las mujeres rurales con problemas de salud mental ( psiquiatrizadas o no), dejen de sentirse mujeres objeto de intervención y se sientan, especialmente, mujeres activas, y que con su grupo de iguales realicemos juntas acciones de reflexión, impacto y colaboración en sus pueblos, llegando a ser ( o reforzando las que ya lo son) mujeres de liderazgo en el medio rural», anima Karina Rocha.

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