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“Trabajar sin máscaras. Emplear sin barreras”

“Trabajar sin máscaras. Emplear sin barreras”

Con el lema “Trabajar sin máscaras. Emplear sin barreras”, el movimiento asociativo de personas con problemas de salud mental y familiares en Castilla y León, pretende sensibilizar e informar a las administraciones públicas, empleadores, organizaciones sindicales y patronales, estudiantes y profesionales de diversos ámbitos sobre la salud mental en el ámbito laboral.

La cuestión de empleo y salud mental es un tema de gran interés, tanto para la sociedad como para las instituciones y los agentes sociales. La OMS aprobó en 2013 un plan de salud mental que propone la puesta en marcha de medidas para reducir el estrés relacionado con el trabajo, promover el bienestar y lograr un equilibrio entre la vida personal y profesional.

Está demostrado que tener un empleo digno, saludable y motivador es beneficioso para cualquier persona, y que no tenerlo puede acarrear problemas de salud mental, promover el aislamiento o la exclusión social, reducir la autonomía y, en general, empeorar la calidad de vida.

Los lugares de trabajo son entornos clave para impulsar una cultura positiva de salud y bienestar. Esta situación no sólo beneficia al propio trabajador, sino también a las empresas y a la sociedad. Un buen cuidado de las condiciones laborales redunda en la productividad, y en la reducción del absentismo.

Se ha estimado que en Europa el coste directo de los problemas de salud mental es de 240 billones de euros al año, de los cuales 136 corresponden al coste de la productividad reducida, incluyendo el absentismo. En España se considera que entre el 11 y el 27% de los problemas de salud mental se pueden atribuir a las condiciones de trabajo y que en 2010 el coste directo de estos trastornos osciló entre 150 y 372 millones de euros.

Los problemas laborales tienen un notable impacto en nuestra salud mental. Es fundamental desarrollar una cultura empresarial de salud y bienestar, que preste atención a la prevención y a la integración.

Entre los factores clave a tener en cuenta para que un ámbito laboral se considere mentalmente saludable encontramos la conciliación laboral y familiar, que nuestras opiniones sean tenidas en cuenta, que la organización sea flexible, que se cuente con un ambiente seguro y agradable, un trato justo a nivel salarial y de reconocimiento y que la comunicación sea fluida.

Otro aspecto del que se ha de estar especialmente atentos es a la aplicación de medidas preventivas ante los riesgos psicosociales, entre los que se encuentra el estrés. 4 de cada 10 trabajadores piensan que el estrés no se gestiona adecuadamente en su lugar de trabajo y se estima que entre el 50 y el 60% de las jornadas de trabajo perdidas en nuestro país se atribuyen al estrés relacionado con el trabajo.

Así mismo, otro aspecto a tener en cuenta, es la promoción de políticas inclusivas de personas con diferentes competencias y circunstancias vitales, como pueden ser las personas con discapacidad, y más concretamente, las personas con problemas de salud mental.

Las personas con problemas de salud mental tienen ampliamente reconocido su derecho a acceder y mantener un empleo, pero ésto no siempre se traduce en oportunidades reales de trabajo.

Muchas personas con problemas de salud mental no cuentan su experiencia ni piden ayuda en su trabajo por miedo a perderlo, o por temor a ser excluido por los demás. Situaciones de este tipo tienen un impacto negativo en el bienestar y evolución de la persona.

Prejuicios negativos, ausencia de adaptación del puesto de trabajo por desconocimiento de cómo hacerlo o insuficiencia de ayudas públicas para llevarlo a cabo, interrupción de la formación y desarrollo profesional de la persona por la aparición de la enfermedad mental, falta de sensibilización empresarial, ausencia de conciencia de inclusión social y tendencia hacia el empleo de baja cualificación en entornos protegidos, son algunos de los factores que explican que en España la tasa de empleo de las personas con problemas de salud mental no supere el 16%, o que el salario de las personas con discapacidad sea entre un 15 y un 20% menor que el de las personas sin discapacidad.

El ámbito laboral debería ser un entorno humano, en el que la posibilidad de pedir y de dar ayuda sea real, en el que se pueda hablar con naturalidad y sin tabúes sobre temas que nos preocupan, y que se promueva la comprensión y la empatía.

Esta es una tarea de todos, no sólo de los empresarios y de las administraciones. Redundará en una sociedad más sana, más inclusiva y más justa, en la que el foco se ponga en las capacidades de las personas y en sus valores, y nos permitirá contar con lugares de trabajo saludables y motivadores.

*Editorial publicada en el Norte de Castilla (10/10/2017)

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